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Mostrando entradas de 2022

Descabellado... ( Descabellada Ginebra)

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  Llevaba tiempo asomada a la ventana, sus senos se escondian detrás del cristal, y mientras estaba sentado en el viejo escaño, se me vino una idea descabellada a mi cabeza, seducirla y llevarla a la cama a pesar de ser unos completos desconocidos. Corrí por las escaleras hasta llegar a su puerta, y al tenerla frente a mi, pensé en la excusa para seducirla y llevarla a la cama. Pasaron unos segundos antes de tocar el timbre, eternos segundos y sin pensar, toque tres veces. Otros eternos segundos pasaron sin ni siquiera sentir pasos adentro. Insistí, hasta que finalmente se abrió la puerta, para sorpresa mía no era ella, y estaba lejos de ser la belleza que veía por la ventana. Un moreno de metro noventa, de aspecto de rapero y pandillero, pregunto: -Que tanto apuro, ¿se esta quemando el edificio acaso?... Sin saber que hacer, respondí de inmediato: - Si, estamos evacuando el edificio, haga el favor de salir.- y corrí por las escaleras a la espera de que resultaría de todo esto. A los s

Malizia. (relato de jueves Mujer de Negro).

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Luego de la televisión, en 1975 llegan los betamax a Chile, y con eso la revolución. En casa de un amigo nos juntábamos a ver las películas que traía su padre de sus viajes. La primera película que vi, fue Malizia, de Salvatore Samperi y Laura Antonelli, película que marco mi vida para siempre. Mis primeros desnudos en la televisión. A esa altura, contaba con 13 años y toda la lujuria por delante. Hoy la Mujer de Negro , nos invita a retroceder en el tiempo y recordar. Sin embargo, la televisión ya no era extraña en casa, y aunque guardo buenos recuerdos, creo que mi fascinación por las películas y el beta, superaron todas mis expectativas y vicios. Una Mirada al ayer. Llevaba tiempo fisgoneando a la nana de la casa por el ojo de la cerradura y esa película, me llevó a dar un paso más.  Me hacia el resfriado y ponía cáscaras  de plátano en mis pies para que subiera la fiebre, para que mi nana me cuidara mientras mis padres veían televisión. Mientras me cuidaba. Leía un libro que había

Mínima..

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                                                                Es solo un deseo...       Juan De Marco

Sentencia.

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Prometo no fallar cuando me necesites prometo no fallarte ni a ti ni a nadie, Asi me cueste la vida. Prometo que no te faltaran mis caricias, ni mi amor , ni mis besos. Prometo no fallar nunca. Y un dia se fue... porque la vida dijo basta, no prometas nunca lo que no puedes cumplir. Hoy vengo por ti, porque ya no tienes tiempo, ni salud para cumplir. Entonces se cerraron sus ojos, y dejo de hacer promesas. El tiempo había expirado, la vida no le dio mas. Ella se pregunta, para que me prometió si al final no cumpliria. El, se fue sin decir nada. Juan de Marco.

Choque de Caireles. (relato de jueves. "Pricipio sugerido")

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"Tembló el suelo y vio como la lámpara se movía haciendo chocar unos con otros los delicados caireles de cristal." Cuando nos encontramos, una violencia, que la razón no entiende, deja de controlar, anima nuestras almas, ya esos sexos, tienden al estallido y súbitamente, emerge la excitación en nuestros corazones trémulos, invitándonos a dejarse llevar por la tormenta en nuestras cabezas. El movimiento de la carne excede un límite en ausencia de la voluntad. La carne es en nosotros, ese exceso que se opone a la ley de la decencia. A esa voluntad reflexiva, la suceden los movimientos animales de esos órganos hinchados de sangre. La levante contra la pared, tirando al piso unos cuadros y fui ubicándola con una rara y maniática precisión, hasta que di con la altura que buscaba. Después de quedarme quieto un segundo, la penetre con una única, larga y lenta embestida. Ella, como muerta, se dejó hacer. La cogí con la paciencia de un orfebre, las mismas que había invertido a lo lar

Vulvar.

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Tu desnudez mirada desde el triangulo desde el que te miro, isósceles perfecto, exudando, mientras mi cabeza yace atrapada entre tus piernas.  Tu desnuda, colmena de enjambres, hervidero alveolar, madriguera goteando en mi boca, avispero de esquirlas clavándose en mis labios.... Obscena y lasciva, abre tus ángulos para extraviarme en tu hoguera humeante y desnuda. Lucía escondida bajo las bragas, fresca, delicadamente rasurada, humedecida de besos, emanando tus aromas, germinando de humedad. Gire tu caderas deambulando entre tus nalgas. Me deslice suavemente entre ellas, deleitandome, saboreando cada rincón, procurando no acercarme a tus belfos empapados, hasta que estuvieras preparada para entregarlo todo. Al sentir escapar el silente gemido, hundí mi lengua descarnando la tibia alameda, cerrada y voluptuosa de vertientes, hasta desbordarte en gimoteos y converte en jadeos.... sólo el fondo sería el límite. Tus piernas se abrieron de par en par, dejándote engullir, mientras sujetabas

Alas de Mariposa

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 En el silencio del sueño, vuela una mariposa oscura y callada buscando la luz, y cuando la encuentra, vuela a su alrededor protegiéndola de aquellos que luchan por apagarla. Danzan como hadas vertiendo su tranquilidad... son las musas que alimentan nuestras plumas como tintas de colores. Luego, vendrán las letras... escribiendo sortilegios y hechizos de amor llenando las paginas que antes estaban desnudas. Juan de Marco

Disoluta. (Relato juevero para Demi)

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“Hay noches en que los lobos están en silencio y solo la luna aúlla”. George Carlin. Apareció vestida de gasas verde olivo, donde su figura se dibujaba perfecta, mostrando toda su belleza, de una mirada intensa de verdes y amarillos, tan fija y profunda como el abismo que la habitaba. Sus senos esculpidos se dibujaban agudos y adornados de oscuros casquillos brillando en el jugo transparente del néctar que escapaba de ellos. De entre ellos, caía un largo collar de perlas que bajaba acariciando su piel abismalmente bella.  Las perlas jugueteaban con las forma de su vientre, bailando sobre su ombligo, para perderse entre sus piernas maravillosamente esculpidas, hundiéndose en su vulva, hasta perderse todo el vestigio de sensaciones que provocaban para emerger entre sus nalgas, hacia sus caderas, donde dos delicados hilos de seda las sujetaban a su cintura.  Cada paso, las perlas se dibujaban y movían acariciando el interior de su sexo, invitándolas a bailar en su interior, causando lige

Graciela. (las siete citas)

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"Una buena chica conoce sus límites. Una mujer inteligente, sabe que no tiene ninguno" Marlyn Monroe.- Dejándome llevar, deslice una mano bajo su camiseta y acaricie suavemente uno de sus senos. Sentí como su casquillo crecía endureciéndose entre mis dedos, emergía como el botón de una rosa, suave y delicado, soltando pequeñas gotas transparentes, mi boca se iba perdiendo en su cuello, gemía de placer mientras le recorría humedeciendo su piel.  Ella bajaba su mano hasta alcanzar mi sexo con ansioso temblor dejando que sus dedos lo dibujaran sobre las telas del pantalón.  Ardía en deseos de hacer el amor con ella, pero preferí que ella llevara la batuta retorciendo los bronces entre sus labios, que fuera ella la que diera el primer paso y así fue. Desprendió los botones de su blusa, dejando libre los delicados senos que ya había acariciado con mis dedos. Se sentó a horc

Ave pasajera. (cada jueves un relato)

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"¿Habéis oído cantar un pájaro en la noche? Suele ocurrir que un rayo de luna, un rayo levemente dorado, derramándose por entre el misterio del follaje, alcanza la rama donde se acurruca el avecita dormida, y la despierta. No es el alba, como imagina el ave. Pero ella canta..." Eduardo Barrios. (El niño que enloquecio de amor) Nunca vio mi silueta tendida en el sofá, más su mente, me traía dibujado en sus dedos, boceteando el recorrido de mis manos multiplicadas por sus senos turgentes y sedosos que disparaban la dura belleza de sus senos coronandolos con el suave pellizco de mis dedos en sus oscuros pezones, los que temblaban libres al viento que acompañarían su vuelo simbólico alentados por su excitada imaginación. Sus manos bajaron caprichosas pintando mi rostro y mi lengua deslizándose por su vientre tembloroso hasta perderse en la enmarañosa vulva escondida entre sus vellos crespos y mojados. Tan desnuda como había salido del baño, se tendió entre las suaves sabanas revu

A Don Juan De Marco.

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Él vagaba con la mirada perdida orillando el mar, queriendo encontrar respuestas a la vida, y solucionar su existencia... Divagaba entre cuerpos desnudos, regalando caricias y orgasmos, dejando que sus dedos rozaran el agua, agachándose de vez en vez, como silueteando los cuerpos que se deshacían tras sus caricias. El viento en su cara curtía los años de di-vagante erotismo filosofal. Él Descifraba las miradas y sonrisas que le regalaban al pasar, era la magia de sus fantasías y el fin de sus sueños que debían realizar. Ceñía con sus dedos el ala de su sombrero, como los cóncavos recovecos de la vulva de una mujer. Su sensual mirada las hacía hervir al pasar, despertando infiernos y demonios en sus vibrantes vientres de luz, mientras las coronillas de sus senos se endurecían ocultos entre escotes, la humedad que las habitaba, el secreto que nunca iban a revelar, él era la fantasía que las debía despertar. Rodrigo Fúster

El último gemido. (relato juevero a Myriam)

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"El orgasmo es un paroxismo; la desesperación, otro. El primero dura un instante; el segundo una vida.   "Ese maldito yo" (1986), Emil Cioran Pensando que tal vez aquello sería lo último que haría en la vida, ... ella inicia un movimiento rítmico contrayendo su vientre, suelta sus lágrimas vaginales y se aprieta entre mis labios. Dejo que mi nariz friccione entre las alas de la mariposa,  enredándome en sus bucles castaños, bucles humedecidos por el deseo, pubis enlozado por la fricción de mis lamidos sobre la perla nacarada que brota dentro. Soltando a pausas, vuelvo  a embestir con más fuerza. El cóncavo vientre destella ondulantes serpientes  que se mueven dentro, sus piernas se tensan temblando entre los espacios acortando el tiempo, sus senos se endurecen tomando todo el aire de la habitación, mientras dispara sus rosados casquillos al universo... sus gemidos... se quiebran en sonidos silentes y ahogados. Jadea, ya cerca del final, presiona con sus piernas mi cabeza

Corazas. (semana trece de Sindel)

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Ella, al deslizar sus labios por el duro miembro erguido, sentía que rompía las corazas, olvidando las palabras de su madre; ella le hablaba de como las señoritas se hacían respetar, y cual debía ser su comportamiento en la cama, como debía de mantener el respeto y la distancia y guardar sigilosamente la virginidad hasta el matrimonio.  Él, entregado a los disfrutes del sexo de ella, que engullía como una fruta jugosamente abierta, no guardaba limites ni distancias. Cada embestida de la boca de Andrea, iba doblegando las fuerzas y resistencias de Juan de Marco que se perdía entre sus labios vaginales,  no dando tregua ni descanso. Juan sabía como exprimir cada gota que se arrancara de ella, y era capaz de empujarla al abismo del deseo, rompiendo todos los blindajes del pudor que la confundían. Por fin, después del después del tiempo, juan sacudido por las embestidas de Andrea,  liberaba todas las bendiciones en su boca, mientras ella abría sus labios para destapar la lluvia de estrella

Diálogos en un hotel... (relatos para un jueves)

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"Cuando en la mañana me haya ido. No tendrás mío ni un recuerdo, solo un hueco en la almohada donde meter tu olvido." Enrique Bunbury Conversaciones en un Hotel (para Dorotea) Si,... un hotel guarda muchos secretos, tengo uno a orillas de playa que esconde más de una de mis aventuras... Siempre trato de ocupar la misma habitación, y el de la recepción, me saluda como si nunca nos hubiéramos visto. La dueña me conoce ya de hace muchos años, para ser exactos, de 1994. Y he visitado este lugar en varias oportunidades, incluso, hasta hoy. Muchas chicas han pasado por esas habitaciones y la dueña hoy me dijo al pagar la cuenta: - Cuántas de "esas" han pasado por esta habitación... - Muchas querida Laura... La primera vez estaba soltero, ¿te acuerdas?, luego vine con mi ex, cuando aún no me había casado, también con mis hijos en alguna oportunidad, luego vino el divorcio, y volví, como antaño, sólo para descansar de todos esos años.. -Lo recuerdo, tanto así, que hasta t

Fruta

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Ella se acercó a mí mordiendo sus labios, temblando de impaciencia y esperando el próximo movimiento, la esperé, y cuando estuvo cerca, desde la cama, estiré mis manos que fueron a desaparecer debajo de la toalla que cubría su cuerpo. Sus piernas se apretaron, atrapando mis manos entre los muslos, su boca gimió tratando de contener el aire que quería escapar tras los gemidos de deseo.  Se alejó tratando de alargar el momento, tratando de ocultar el temblor que habían producido mis dedos. Me senté sobre la cama, y tiré de la toalla dejándola desnuda frente a mí, ella se congeló en el tiempo y el espacio… yo no dejaba de mirarla de arriba abajo sin esconder ningún pudor. Me encantaba, y deseaba tocarla con locura, pero me contuve, sabía que a ella le gustaba exhibirse, le excitaba hasta perder la compostura.  Recorrí su cintura, sus nalgas dibujándolas con mis dedos, y acerqué mis labios a su vientre para recoger con mi boca las gotas que corrían por él, temblaba como una niña indefensa,

La bañera.

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De pronto la ducha se detuvo paralizando el corazón, el momento estaba más cerca que nunca. La impaciencia tenía mi sexo endurecido entre los dedos, mis testículos, gordos de deseo, llenos del más tibio de los manjares. Guardé silencio en la espera, no dejaba de mirar la roída y oxidada manilla que abriría la escena como si de una obra se tratase. Sentí como la vieja llave giraba dentro de la cerradura, esperé, sentía como el corazón luchaba por mantenerse dentro de mí. Me acerqué a la puerta y miré a través de la cerradura. Podía ver sus nalgas temblando por el suave masaje de sus dedos, el fin de su espalda exquisita y desnuda. Me detuve a pensar mientras la espiaba si ella lo sabía o no, claramente sus nalgas le acusaban, estaban permanentemente ante mis ojos temblando, sentí que todo quedaba en silencio mientras volteaba hacia la puerta, su sexo brillaba, y sus dedos acomodaban sus labios, para que se mantuviera perfectamente mojada para mi, rosada y enrojecida por masturbación que

La hoja

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Mirándote a los ojos, buscando con ansias el final, dejo que mi boca recoja las gotas que corren por tus piernas, lento, sintiendo como tiembla tu piel y ruegan tus labios. Delicadamente sorbo por sobre los labios externos, para sorber los internos, evitando tocar el punto que te atormenta, dibujando con suavidad cada rincón con mi boca. Vuelvo a bajar hasta las bases, preparando la entrada, abriendo el camino, mientras tus labios se liberan sudando miel.  En ese ligero recorrido, engancho por primera vez el centro del deseo, la manilla del infierno. Conteniendo las ansias de mi boca, succionando lascivo tu ser, la agonía te alcanza y te deshaces entre mis labios arrugando el ceño y apretando con fuerza tus labios .. tus gemidos y jadeos, se ahogan con el agua que corre por tu sexo. Ahora entre mis labios,  te dejas llevar como una hoja que recoge el mar. Juan De Marco

Ola

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Sólo sentí escapar un ligero gemido que ronroneaba entre sus labios... su vientre se elevaba levantando su cintura como la ola suave de una tranquila bahía, separé sus piernas para entrar suavemente en ella empapándome de su humedad. Gimió delirante entre sabanas, mientras sus labios se secaban. Sus gemidos se volvieron gritos de agonía, y fue cediendo a los espacios que mi sexo exigía... Juan De Marco

La ventana.

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Me apodero de ella, sus nalgas se aprietan a la ventana y sus senos golpetean mi boca, mientras sorbo las gotas que corren en ellos, su cuerpo empaña el vidrio hasta que su cuerpo resbala y cae al suelo extenuada. Mis ojos no dejan de mirar el mar y su boca decide cogerlo, lame suavemente sintiendo su olor y el gusto en su rostro. Es su olor, es su sabor mezclado con el mio... vuelvo a derramar en su rostro... ríe nerviosa, pero no deja de volverlo a llevar a sus labios hasta extraer la última gota. Juan De Marco

La ilusionista.

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  Sus labios vaginales brillaban al sol, donde cada rayo se reflejaba sobre la humedad que escapaba entre sus piernas. Las abría y cerraba, mientras su vientre temblaba, para expulsar su dulzona fragancia, revoloteando inquieta cuando mis dedos apenas se acercaban. Alce la vista, su cuerpo, se estremecía sin control, sentía el temblar desde su interior. Fijé la vista en la piel de cobalto que se mostraba entregada al roce de mis labios, hasta verla bajar su mirada, dejando que mi boca se hundiera entre sus muslos. Aquella excitada ilusionista llena de deseo, se quebró en jadeos y un suave gemido se arrancó de sus labios entregada a los goces, hasta deshacerse entre ellos. Juan De Marco.

Medusa

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Cuándo cierro los ojos, siento que mi mente divaga entre las piernas de cualquier extraña... percibo su aroma... sus palabras susurrando al oído, sus gemidos, la suavidad de su piel, sus besos rozando los míos, me devora como si yo fuera su último aliento. Divago... parezco suspendido en el aire, como una burbuja escapando al viento. Soy medusa empujado por las olas. Ante mis ojos, ella de piernas abiertas y el deseo dibujado en su braga humedecida por la espera. Las bajé con tanta prisa que no alcance a sacarla y me enterré en su sexo.  Ella, sujeta de los muros empujaba su sexo a mi boca, gemía y jadeaba hasta agarrarse a las sabanas. Entonces me perdí, ciego de deseo , mordí sus nalgas hasta que sus piernas se terminaron de liberar de la delicada prenda que le ataba. Al verse liberadas , se separaron para dejar todo el universo a mis caprichos. Juan De Marco

Gozo

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Quedamos amarrados en el placer de un delicado y cadencioso movimiento, como entregándonos al placer de sentir y estar, mientras entraba y salía , disfrutando ambos de sentirse poseer y poseído en el más exquisito de los placeres, el de someter y someterse ante el placer del otro, suspendidos en el ser y gozar , sin pudor alguno. En silencio, nos vestimos mirándonos uno al otro como cómplices , amantes y dichosos de interpretarnos. Luego un apasionado beso de despedida, guardando el silencio, y dejando para después nuestras desavenencias, para que nada de lo que habíamos hecho se perdiera en ese mágico y exquisito momento. Juan De Marco

El rincón.

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Ese rincón oscuro y fuente de los deseos de los más lujuriosos y excitantes pensamientos. Separé sus nalgas dejando que mi lengua la hiciera arder hasta perder la razón y porqué no decirlo, entrar en el más encendido infierno. Bese hasta que ella rogó que saliera de ahí, y sin hacer juicio, dejé que mi lengua le rodeara, pasando suavemente por su rugosa textura, hasta hacerla tragar todos sus ruegos , que sin pudor , ahora se entregaban al juego más sucio, pero excitante que una mujer pueda entregar. La tarde de invierno caía tras las cortinas, donde ya el ver, se hacía trabajoso, pero el sentir, emocionante. Juan de Marco

Pulsos

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Mi boca buscaba en círculos su sexo. Sus gemidos llenaban la habitación, apretaba sus húmedos labios… Me detuve queriendo eternizar el  momento, sabía que ella lo necesitaba . Aquellos corcoveos en su espalda, la tenso de sus nalgas. Se apretaba a mí, empujando sus caderas con furia, deteniendo el tiempo y el espacio. Solté sus caderas y permanecí quieto en silencio, mientras sus gemidos pausaban las olas en su espalda. La cogí de las piernas, dejándola boca abajo sobre la mesa. Las nalgadas cayeron sobre sus glúteos despertando sus frenéticos jadeos. Luego la suavidad de la caricia hizo que sus labios susurraran, rogando seguir, mientras sus lágrimas asomaban en sus ojos La tomé con fuerza, subiéndola de las caderas, para dejarla de rodillas. La tomé de sus cabellos enrollando su coleta en mi puño, como si fueran riendas enterrándome en ella, embistiendo hasta lanzarla al abismo, dejando su cabeza en blanco. Le abrí las piernas para embestir profundamente golpeándole con mis caderas

Entregada.

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Cuando sentí que su boca se abrió reclamando placer y sus piernas chorreaban, la di vuelta hacia el espejo y entré lentamente entre sus carnes sacando lágrimas de sus ojos,  la embestí profundamente, mientras ella miraba en el espejo, su rostro desfigurado de deseo, aplastado por el placer.  Abrió la boca para intentar decir algo, pero sus palabras no llegaron a salir, el aire se agolpaba en su pecho, la excitación no le dejaba decir nada , sólo hacía temblar sus labios. No tenía fuerzas para moverse. Su voluntad ya no existía. Su mente ya no era suya. Su sumisión era completa. Sus nalgas empinadas se ofrecían en sacrificio... perforé entre sus piernas , dejé escapar un último gemido, hasta mutar entre sus mareas. Todo se volvió agua, y de sus piernas nacieron vertientes, hasta desaparecer entre ellas, dejando la última gota dentro de ella. Juan De Marco

Caudales

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La tendí sobre el colchón, y entré con mi rostro entre sus piernas apenas rozando su sexo, estaba húmeda, extasiada por mi deseo… hasta que alcancé su botón de seda, el que se fue hinchando al chasquido de mi lengua y labios. Le vi crecer, le sentí mojarse, sentí como su sexo se convertía en caudales, empujaba para que yo pudiera profundizar aún más en su sexo, no dándose respiro. Su fragancia era intensa y su sabor empalagoso, pero tan suave como jamás le habría podido adivinar. Su vientre se batía entre contracciones,su voz parecía desaparecer a ratos, y sus senos al masaje de mis manos, se fueron endureciendo, creando una locura, mientras mis dedos torneaban sus pezones endurecidos para soltarlos y estirarlos suavemente mientras crecían duros entre mis dedos. Mi boca buscaba separar y entrar más adentro. Ella jadeaba y gemía hasta las lágrimas, mientras su corazón amenazaba con escapar entre sus senos… su vientre era una serpiente enloquecida, que no dejaba de contraerse ante las la

Te preguntas...

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Sus labios besaron mi sexo erecto y vibrante. Su lengua buscando el sabor más intenso en mi piel. El pubis bañado de ella, el suyo, suave entre mis labios. Sujeté sus caderas con mis manos , mientras me hundía en sus carnes, serpenteando mi lengua con pausa y su vientre agitado diciendo que me sentía dentro, mientras mi lengua buscaba el último rincón... que fragancia sublime tiene su cuerpo cuando acaba entregándose a los juegos de mi boca. Un día estás desnuda frente a mi, preguntándote porqué?. Mis manos y dedos se sostienen a tus caderas, mi ojos miran fijo a tu sexo desnudo. Te volverás a preguntar, mientras mi boca se acerca a ti hundiéndose entre tus labios donde los arroyos se vuelven cause, desnudando tus deseos....tus vellos enredados en mi nariz bañados por torrentes de zumos efervescentes. Mirando al cielo te volverás a preguntar, - ¿qué hago aquí con mi sexo entregado a sus juegos?-, mientras tus labios bajos irán soltando su perfume; húmedo, destilando entre gemidos y te