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Mostrando entradas de mayo, 2021

Ansioso ...

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De la nuca a tus senos, hay una distancia de veinte besos; de tus pezones a tu boca una huella de saliva espesa . Suspiras, cuando sigilosa, mi mano se desliza de tu cintura al pubis, apenas rozando un monte espeso, hasta perderse en la humedad de tus piernas. Me empapas el alma con tus cándidos gemidos, y pronto me tienes endulzándome la lengua y el paladar con tu almíbar vaginal. Imitando el aleteo de una mariposa, libando licores primaverales. Me invitas a entrar entre tus piernas. Nuestros cuerpos vestidos de sudor, se anhelan. Morderte y besar el cuello, los hombros, la espalda ; y entre las nalgas, perderme en besos y sabores. Luego apretarme a tus caderas y voltearte para deleitarme con el vello negro color de tu pubis y su interior rubí; Me hacen tirarte hacia la cama, abrirte las piernas, lamerte la vulva y succionar el clítoris. Arde mi sexo hasta fundirme dentro de ti. Me amenazas. Te liberas. Somos más que complicidad; carne y sangre. En cada vaivén de tu pelvis, al estar s

Sonia.

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  A esa edad recuerdo que me masturbaba poniendo una almohada bajo la sabana, me tiraba boca abajo apoyando mi pene contra ella y me movía. No recuerdo si sabía bien sobre agarrar y sacudir, oía a algunos mas grandes en la escuela hablar, pero prefería mi manera.  Mi vecina Sonia, una señora de unos 50 años de edad, con unos pocos kilos demás, siempre que yo salía de mi casa en el cerro con mi mama decía:  - Ay! que grande que esta el chico!- En unos meses mi tía enfermo y mi madre tuvo que ir a cuidarla al hospital y me dejo al cuidado de Sonia.  Ella me hacia la comida, y me dejaba ver la tv hasta que mama volviera. Yo notaba que ella se vestía diferente a mi madre, usaba unas blusas sueltas que dejaban al descubierto sus hombros y el sostén, o blusas un poco ajustadas que marcaban sus senos sin corpiño. Yo la miraba cuando ella no me veía, y enseguida bajaba la vista. Todo era nuevo para mi. Sus conversaciones eran comunes, hasta que me empezó a preguntar por las niñas de mi escuela

El Abismo de Simona.

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Simona levanta su derriére y expone sus nalgas al lento transito de mi excitación; gime, danza en mi cabeza, murmura palabras sucias mientras mi boca muerde delicadamente su oreja. La entrada suave de mi sexo entre sus piernas, crea un abismo del que no se puede regresar. Mis dedos no dejan de resbalar entre sus piernas, gime y sacude su cabeza, mientras sus rodillas buscan la altura que precisa para dejarme entrar. Todo brota desde su alma, los jugos bañan mi piel , la que busca darle espacio a un rose suave que la haga jadear. Mis dedos abren las puertas de su delicado sexo, quién se entrega a mis más oscuros deseos. Embisto, para dejarlo entrar, hasta levantar sus caderas y clavarme, hasta alcanzar su corazón. Balbucea mientras resbalo dentro; animal, brusco y sin sentido, ahogado por la humedad que escapa entre sus piernas... el tiempo parece detenerse sin encontrar el sentido u objetivo que quiere alcanzar, estaba ahí abierta sólo para dejarme entrar. Los movimientos no tiene guía