A Don Juan De Marco.

Él vagaba con la mirada perdida orillando el mar, queriendo encontrar respuestas a la vida, y solucionar su existencia... Divagaba entre cuerpos desnudos, regalando caricias y orgasmos, dejando que sus dedos rozaran el agua, agachándose de vez en vez, como silueteando los cuerpos que se deshacían tras sus caricias. El viento en su cara curtía los años de di-vagante erotismo filosofal. Él Descifraba las miradas y sonrisas que le regalaban al pasar, era la magia de sus fantasías y el fin de sus sueños que debían realizar.
Ceñía con sus dedos el ala de su sombrero, como los cóncavos recovecos de la
vulva de una mujer. Su sensual mirada las hacía hervir al pasar, despertando infiernos y demonios en sus vibrantes vientres de luz, mientras las coronillas de sus senos se endurecían ocultos entre escotes, la humedad que las habitaba, el secreto que nunca iban a revelar, él era la fantasía que las debía despertar.

Rodrigo Fúster

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