Fruta


Ella se acercó a mí mordiendo sus labios, temblando de impaciencia y esperando el próximo movimiento, la esperé, y cuando estuvo cerca, desde la cama, estiré mis manos que fueron a desaparecer debajo de la toalla que cubría su cuerpo. Sus piernas se apretaron, atrapando mis manos entre los muslos, su boca gimió tratando de contener el aire que quería escapar tras los gemidos de deseo. 
Se alejó tratando de alargar el momento, tratando de ocultar el temblor que habían producido mis dedos. Me senté sobre la cama, y tiré de la toalla dejándola desnuda frente a mí, ella se congeló en el tiempo y el espacio… yo no dejaba de mirarla de arriba abajo sin esconder ningún pudor.
Me encantaba, y deseaba tocarla con locura, pero me contuve, sabía que a ella le gustaba exhibirse, le excitaba hasta perder la compostura. Recorrí su cintura, sus nalgas dibujándolas con mis dedos, y acerqué mis labios a su vientre para recoger con mi boca las gotas que corrían por él, temblaba como una niña indefensa, pero deseando que mis manos y mis labios no se detuvieran. 
Y se entregó como la más exquisita de las frutas.

Juan De Marco

Comentarios

Recomenzar ha dicho que…
los textos sexuales difícil de escribirlos
sin mostrar mucho se ve todo un abrazo desde Miami
El Demiurgo de Hurlingham ha dicho que…
Muy buena descripcion.

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