Lecciones a Sofía


Sin rozar el cuerpo de Sofía, simuló por encima del cuerpo una extensa y larga caricia que iba desde la nuca hasta los bellos dedos de los pies.
Un experto en estas artes, la hizo estremecer apartando de su cuerpo la poca ropa que aún la quedaba puesta, dejando su larga melena rubia expuesta a las inclemencias de la espalda.Un lienzo que ella atesoraba tan solo para él.
Permitió que ella se levantara despacio con los labios entre abiertos, aún sus ligas puestas y la lencería que en ningún momento la quitó del cuerpo. Sus manos descendieron hasta el vello, con un gesto aparente y lascivo. Ella apretó la mandíbula, entre dolor y deseo, conocedora ya de las artes de este amante traidor. A ciegas identifico sus senos que sobresalían pequeños de aquel pequeño y delgado cuerpo.
Se deslizó con extrema lentitud como otras veces había hecho tan sólo con sus palabras en la tela transparente.
Colocó sobre ella la única caricia que siempre llevaría como sello, colocando la Daga cerca de su mano, que inmediatamente había reaccionado a los gemidos de Sofía, intentando entrar en su cuerpo, como antes había conseguido entrar en su mente, para doblegarla definitivamente, arrastrando a la sumisión a su encantadora amiga.
Penetro el fondo virgen, mancilló su imagen en el reflejo de los mil espejos, como las caras que él poseía. Ella mientras tanto lloraba la espera que jamás se llevó a cabo.
En su aparente puritanismo, gozaba con la esclava venganza de su propio confesor. Recordando entre sollozos cuando dio fin a está historia sin algún sentido.
Bastaba la vida, para dejar el peregrinaje entre los cuerpos, con tan solo una sincera palabra, ella hubiera comprendido la exigencia de tanto vacío y soledad. Pero afirmaré, en contra de alguna voluntad nacida de alguna absurda creencia, que el pecado de su carne fue, el más delicioso de los placeres. 
Esta es pues, la hora exacta donde ella dijo Adiós, en una mañana de radiante sol en sus labios.
Y así fue, como su tiempo se detuvo, siendo estos meses amantes silenciosos, que guardaron con arte y sabiduría, cada una de sus palabras escritas. Nunca se pronunciaron en las locuras sórdidas, para eso y esto, ya existían otras amantes en el camino. De escándalo en escándalo, quedaba ella sin saber ni aprender, lástima no saber y/o no querer.
Sofía está vez ha aprendido la lección; la vida es así de cruel, aunque tú sigas pensando que una parte puede ser del color que dibujan las nubes cuando estás enamorada.


Don Juan a Sofía.

Comentarios

Ame ha dicho que…
El instante preciso de una noche mágica, qué importa el antes y qué importa el después, es el momento lo que hace sublime el recuerdo
Un beso, Don Juan

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