Fragancias.
"Soberbia, Avaricia, Lujuria, Ira, Gula, Envidia, Pereza; "
Son las siete pasiones del alma que la tradición eclesiástica ha fijado como «pecados capitales».
Porque la mujer es como la albahaca, la lavanda, el enebro, los azahares, el jazmín; si queremos saborear el aroma de ellos, hay que frotar las hojas entre las manos, sólo así la planta dará todo su perfume, sino, no se obtendría nada, y la planta guardaría celosamente su esencia deleitable....
Gula; Lo mismo para llevar a la mujer a la incandescencia, trátala como a la albahaca. Usa todos los medios, la boca, la lengua, las manos, la nariz y disfruta de sus ondas profundidades…
Ese trato suave pero decidido en el cuerpo desnudo de una mujer, provoca que nuestra nariz y nuestro cerebro capten e interpreten los olores de una forma particular, su esencia máxima.
El aroma de una mujer, en este tipo de emociones erótico-sensuales, provoca la capacidad de los aromas para despertar todo tipo de sensaciones. El bulbo olfatorio se transforma de inmediato en una señal eléctrica, que nos carga de energía sexual o lo apaga, sino nos es agradable y va en el gusto de cada uno.
Sin Embargo, los aromas son subjetivos, nuestro cerebro toma decisiones únicas respecto a ellos. El olor a mujer excitada o llevada al orgasmo, puede ser agradable o muy desagradable para otro, en función de su experiencia en su relación con ella
Todos tenemos aromas que nos generan recuerdos, o bien que nos resultan agradables cuando los percibimos, si somos capaces de detectarlos en una mujer, estaremos eligiendo la adecuada, que nos permitirá captar aromas que nos van a resultar agradables durante toda la copula.
Lujuria; El olfato es un poderoso hechicero que se vale de las feromonas, para comunicarse entre sí y desencadenar respuestas.
Esta sustancia mágica es capaz de generar el deseo sexual, de causar atracción. Nos habla del estado de ánimo, de su disposición a esto; En consecuencia, la disponibilidad o compatibilidad sexual. Presentes en la saliva, el sudor, el semen y las secreciones; Se transmiten por el aire y así se dispersan por el ambiente embriagándonos de dulzura y deseo. El olor a sexo está dado, por la secreciones del cuerpo de cada uno, con un olor particular y personal, que nos erotiza empujándonos al abismo.
Ira; La piel es el valle más extenso; las fragancias emanan de ella desde los rincones más increíbles: La capa más superficial se compromete con los labios y la boca llenándose de besos y es donde se sitúan las fantasías, donde se genera todo secretando el sudor más exquisito. No hay nada que iguale ese olor natural y personal, sin disfraces.
La percepción de los olores es subjetiva y varía en cada mujer . El no poseerlas cuando las sentimos tan cerca, nos enloquece y la rabia puede causar más de una frustración. La química tiene una explicación, y su protagonista es el sentido más poderoso y misterioso: el olfato.
Soberbia; Las personas con mayor sensibilidad olfativa tienen una vida sexual más exquisita, dicen. Es decir, los olores que emanan de nuestros cuerpos determinan esa conexión física y emocional tan erótica, sensual y orgásmica que nos envenena la cabeza ( a veces haciéndonos creer lo que no es) y el corazón... y apostamos a eso sin medir consecuencias.
Envidia; Solemos sentirnos frustrados cuando esos olores le pertenecen a otro que los disfruta, mientras nosotros los anhelamos e intentamos tenerlos a cualquier precio, incluso a pesar del sufrimiento de otros. Suele suceder que la infidelidad transforma esos olores, hasta cambiar la química de a quienes alguna vez deseamos incondicionalmente, contradictoriamente al deseo de poseer.
Avaricia; Son tantas las personas que se cruzan en nuestras vidas, que no dudamos en una y otra vez saltar al vacío buscando ese placer que nos consume, esa fantasía que se apodera de nosotros al sentir el petricor diferente después de cada lluvia. Deseamos sentir infinitamente esa sensación mágica creada por la piel de otra persona, esa que nos hace sentir mil veces las mismas ganas durante toda la vida, y en esa búsqueda incansable, nos perdemos hasta desvanecernos en otros cuerpos sin saber mantener la fragancia de uno sólo.
Pereza; Finalmente, reconocemos que nada es suficiente, y hacemos de nuestra vida, una secuencia de errores que nos llevan al final, a caer en un mismo abismo incansablemente... en una suerte de Don Juan sin dueña. Es que la vida nos enseña, que la pereza de lo fácil, no hace historia, entonces tu vida se convierte en eso en lo que todos caemos, en las siete pasiones del alma que la tradición eclesiástica ha fijado como «pecados capitales».
Juan de Marco.
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