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El Maestro

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" La boca del maestro era la perfección, el sabía que presión aplicar en cada parte de su frágil y encendido cuerpo, ella sólo temblaba a cada roce de sus labios, sentía como su cuerpo por fuera y su alma por dentro se endurecían. Bombeaba su corazón como si por primera vez la tocaran, sus piernas abiertas de par en par, sus labios vaginales abiertos por un frágil pedazo de carne que no dejaba de lamer, su delicado y frágil punto de deseo se estremecía mientras ella, sólo gemía alborotada por la lengua del maestro de inglés. Su clítoris endurecido como nunca, y los golpeteos incesantes que sentía que le aplicaba el maestro la hacían quebrarse entera por dentro. Su boca era tan húmeda y tibia, y tan cálido su aliento, que sus pechos ya no respondían a las exigencias de respiración que pedía su cuerpo, estaba entregada a las expertas oratorias del profesor, hasta que el último halo de aire pudo salir contenido para derramarse sobre los labios del profesor, quién no dejaba de refre

La Morena Dormida.

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"...Al entrar en la habitación, seguido por la arena del desierto, la morena dormida dejó que le cubriera el cuerpo del beduino... abrió sus piernas esperando que la lengua candente le abriera los labios, y sin decir palabra, dejó que sus gemidos llenaran los aposentos donde eternamente había recogido la pasión del solitario caminante... una y otra vez su vientre se remeció creando oleadas, que iban recogiendo el sudor que liberaba el sexo morisco que le penetraba, gemidos, contracciones involuntarias jamás imaginadas.... Demencias de posesión, suplicas de besos y poderosos brazos que la mantenían fundida entre las sabanas.... Las fragancias del caminante se apoderaron de su existencia, y fueron liberando el codiciado néctar que él recogía con regocijo entre sus labios ... y la fue bebiendo, hasta que esta , alcanzada por los orgasmos que tanto disfrute generaban, dejó de jadear para congelar su figura en la oscuridad de su habitación, para romper en llantos de goce y placer, d

Encajes Húmedos

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La miraba mientras sus dedos buscaban con afan bajo los encajes. La humedad empezaba a florecer en la delicada tela de seda que cubría el tesoro depilado delicadamente. Me detuve para no molestar, mientras bajo mi pantalón despertaba el adormecido animal que se había mantenido inactivo por muchos días.  Su vientre serpenteaba libre y mojado, sus labios susurraban ligeros gemidos, y por sus comisuras, corría un hilo de saliva que serpenteaba por su cuello. Desaté el cinturón, y  bajé los pantalones en silencio. Sabía que arriesgaba mucho en esa acción temeraria, nos conocíamos, pero nunca para intimar, sólo era su corredor, y ella aunque coqueteaba cada vez que nos juntábamos a ver una casa, nunca habría sugerido nada.  No me detuve, y sin pensar el riesgo que corría, entré desnudo en el cuarto. Sus manos se detuvieron, y sin salir de la pequeña prenda, y con los dedos aún ahí, me miró a los ojos. Sus labios no dijeron palabra alguna, y como el silencio otorga, me acerqué a ella, abrí s

Cartas De Ayanay.

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"Regresa con frecuencia y tómame, amado Don Juan regresa y tómame. Cuando despierte el recuerdo en mi cuerpo, y tu voz se haga presente y el antiguo deseo me recorra la sangre, cuando los labios y la piel te recuerden... y sientan aquellas manos que aún me tocan, regresa con frecuencia, y tómame en la noche cuando los labios y ...la piel recuerden quien eres para mi Mi caballero de la triste figura, separa mis muslos deseosos de tí, bebe de mis plieges, de los zurcos que te alimentan , de los granos que te llaman, de la humedad que sacas de mi." Katherine Verdugo

La Noche de San Valentín.

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" Y le apretaron entre sus nalgas para sofocar el miembro de Don Juan...Erotika y Ayanay no dejaban de gemir luchando por ganar el sexo del sofocado galante... se revolcaban refregando el punzante mástil erecto hasta el orgasmo, haciéndole bañar las nalgas a ambas...  Después de una pausa, ambas como fieras bebían del cuerpo de la otra el suave elixir que corría entre sus nalgas... mientras Don Juan alucinaba agonizante entre sus piernas. Las sedas de la delicada ropa interior de sus victimas cubrían su rostro y así, fueron turnándose para clavar la espiga del escritor por turnos entre sus delicadas, pero golosas piernas. Los corsé, no dejaban de apretar sus pechos... Casi ininterrumpida mente, le hacían eyacular, guardando turnos de angustias y espera, donde sólo dejaban de montar para beber de cada una, en la vajilla de piel donde la miel se acumulaba a borbotones, y que se habrían cada vez que el acababa... A bajo, bullía la noche entre descorches de chapagne y golpes de co

Lecciones a Sofía

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Sin rozar el cuerpo de Sofía, simuló por encima del cuerpo una extensa y larga caricia que iba desde la nuca hasta los bellos dedos de los pies. Un experto en estas artes, la hizo estremecer apartando de su cuerpo la poca ropa que aún la quedaba puesta, dejando su larga melena rubia expuesta a las inclemencias de la espalda.Un lienzo que ella atesoraba tan solo para él. Permitió que ella se levantara despacio con los labios entre abiertos, aún sus ligas puestas y la lencería que en ningún momento la quitó del cuerpo. Sus manos descendieron hasta el vello, con un gesto aparente y lascivo. Ella apretó la mandíbula, entre dolor y deseo, conocedora ya de las artes de este amante traidor. A ciegas identifico sus senos que sobresalían pequeños de aquel pequeño y delgado cuerpo. Se deslizó con extrema lentitud como otras veces había hecho tan sólo con sus palabras en la tela transparente. Colocó sobre ella la única caricia que siempre llevaría como sello, colocando la Daga cerca de su ma

El Baile

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"Y se acercó bailando con su faldón transparente, donde se podía ver e imaginar como sería ella haciendo el amor. Sin embargo bailó a mi alrededor, hasta que sintió que mi cuerpo estaba duro y excitado. Levantó su pierna y la puso sobre mi rodilla, al verla , bajo el vestido no llevaba nada puesto y su sexo brillaba por el sudor del baile y en el calor de Andalucía. Mis manos fueron subiendo por su rodilla hasta apenas rozar su sexo, donde los vellos se enredaban entre mis dedos, y podía sentir la sabia que venía de su interior. Mi mano se posó en su sexo, mientras ella aún movía sus caderas al son de un baile sabroso, y las palmas que se escuchaban fuera de la habitación. La alce de sus caderas y la deje suavemente en el suelo, abrí sus piernas y me hundí entre ellas... bebí de su sudor y el jugo que desprendía su cuerpo. La blusa transparente fue sacada a jirones, mientras sus senos golpeaban el aire de la habitación. Era una mujer con unos ojos verdes tan profundos que desnu