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Entregada.

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Cuando sentí que su boca se abrió reclamando placer y sus piernas chorreaban, la di vuelta hacia el espejo y entré lentamente entre sus carnes sacando lágrimas de sus ojos,  la embestí profundamente, mientras ella miraba en el espejo, su rostro desfigurado de deseo, aplastado por el placer.  Abrió la boca para intentar decir algo, pero sus palabras no llegaron a salir, el aire se agolpaba en su pecho, la excitación no le dejaba decir nada , sólo hacía temblar sus labios. No tenía fuerzas para moverse. Su voluntad ya no existía. Su mente ya no era suya. Su sumisión era completa. Sus nalgas empinadas se ofrecían en sacrificio... perforé entre sus piernas , dejé escapar un último gemido, hasta mutar entre sus mareas. Todo se volvió agua, y de sus piernas nacieron vertientes, hasta desaparecer entre ellas, dejando la última gota dentro de ella. Juan De Marco

Caudales

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La tendí sobre el colchón, y entré con mi rostro entre sus piernas apenas rozando su sexo, estaba húmeda, extasiada por mi deseo… hasta que alcancé su botón de seda, el que se fue hinchando al chasquido de mi lengua y labios. Le vi crecer, le sentí mojarse, sentí como su sexo se convertía en caudales, empujaba para que yo pudiera profundizar aún más en su sexo, no dándose respiro. Su fragancia era intensa y su sabor empalagoso, pero tan suave como jamás le habría podido adivinar. Su vientre se batía entre contracciones,su voz parecía desaparecer a ratos, y sus senos al masaje de mis manos, se fueron endureciendo, creando una locura, mientras mis dedos torneaban sus pezones endurecidos para soltarlos y estirarlos suavemente mientras crecían duros entre mis dedos. Mi boca buscaba separar y entrar más adentro. Ella jadeaba y gemía hasta las lágrimas, mientras su corazón amenazaba con escapar entre sus senos… su vientre era una serpiente enloquecida, que no dejaba de contraerse ante las la

Te preguntas...

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Sus labios besaron mi sexo erecto y vibrante. Su lengua buscando el sabor más intenso en mi piel. El pubis bañado de ella, el suyo, suave entre mis labios. Sujeté sus caderas con mis manos , mientras me hundía en sus carnes, serpenteando mi lengua con pausa y su vientre agitado diciendo que me sentía dentro, mientras mi lengua buscaba el último rincón... que fragancia sublime tiene su cuerpo cuando acaba entregándose a los juegos de mi boca. Un día estás desnuda frente a mi, preguntándote porqué?. Mis manos y dedos se sostienen a tus caderas, mi ojos miran fijo a tu sexo desnudo. Te volverás a preguntar, mientras mi boca se acerca a ti hundiéndose entre tus labios donde los arroyos se vuelven cause, desnudando tus deseos....tus vellos enredados en mi nariz bañados por torrentes de zumos efervescentes. Mirando al cielo te volverás a preguntar, - ¿qué hago aquí con mi sexo entregado a sus juegos?-, mientras tus labios bajos irán soltando su perfume; húmedo, destilando entre gemidos y te

La última copa. (relato Juevero de Inma)

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Cuando quedamos solos, me invitó a una última copa y nos sentamos guardando las distancias.  Esa noche, tenía el convencimiento que debía marcharme, que aquello era una encerrona y que no podía terminar bien, pero no pude hacerlo. Aunque estaba decidido a dejarla el calor de hogar pudo más que el resentimiento.  Estábamos conversando, cuando apoyó su cabeza en el respaldo del sofá y solo sé que sus labios se entreabrían jugueteando con la lengua, chasqueando el aire, incitando a los míos a seguirla el juego de cerca. Mi boca se enterró en sus labios, empezamos a acariciarnos, a sentirnos , y ya no pudimos parar. Aquel beso se convirtió en pasión, en una extraña conexión que encendió la hoguera. Me subí encima, para poder mirarle a los ojos mientras le besaba.  Sus delicadas manos agarrando mis nalgas, dibujando mi cuerpo, al tiempo que con un movimiento acompasado marcaban el ritmo que ella deseaba que siguieran mis caderas. Noté sus manos escarbando entre los botones de mi camisa y d

El fruto de la gratitud. (reto juevero de Dorotea).

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"Si vas a hacer algo relacionado con el sexo, debería ser cuanto menos, genuinamente perverso."         (   Grant Morrison) Cuando tus dedos se empapen del almíbar... cuando su cuerpo se vuelva suave... cuando de sus piernas escurra la humedad, te revelará su secreto. El zumo será lo que esconde su deseo, déjate llenar de él, que de ahí brota como cause de río, como lluvias doradas..... Para extraer zumo de ese fruto simplemente con una ligera presión de las manos, debemos cortar la fruta en vertical y disfrutarla con la boca encondiéndola entre los labios.  Primero cortando la parte más abombada de los labios que le rodean (piel y albedo), y entonces y sólo entonces, ya podemos cortar en el mismo sentido vertical dos o tres veces, extrayéndolo con nuestros labios y dar dos besos en cada mitad. En el centro de la fruta esta el secreto, el éxtasis escondido. Luego le das las gracias y ella devolverá el gesto con sensualidad, devorará con la misma gula que tu le ofreciste.  Una

El encuentro. (relato de jueves, Demiurgo)

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Coral, embriagada por la copa de licor entre las manos escuchaba mis relatos con exquisita sensualidad, mientras sus dedos resbalaban entre mis muslos. Su coquetería borracha, seducía. Me dejé llevar por la música de un jazz que que envolvía la situación, proveniente de algún rincón del hotel . Sus dedos con encanto febril, danzaban sobre mi sexo. Los abría en forma de tijera y los deslizaba por mi bragueta, desabrochando cada botón. Por unos momentos, la embriaguez del perfume que inundaba el cuarto y mis delicados relatos, le hicieron volar, trasladándola, a un rincón, tan lejano como su recuerdo. Su mano tibia se posó sobre mi sexo, hasta soltar el último botón. Lo tomó con suavidad, la tibieza de su boca lo envolvió todo. Caía pesadamente sobre el respaldo del sofá, perdiéndome en un laberinto de deseos. Mis ojos divagaban extasiados por la habitación, grabando cada rincón, cada momento, mientras ella mantenía un ritmo cadencioso sobre mi piel. Al caer mi vista sobre el piso de no

Deseo rural.

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Al pasar por el camino, donde el polvo se levantaba sin compasión, vi a una mujer de sabrosas caderas colgando ropa en el tendedero, mientras la tierra levantada, la cubría de desaliento. Me detuve a pedir disculpas, con la intensión de verla de cerca. Su cuerpo ceñido por la humedad y la transpiración de la tarde, la hacía ver muy sensual. Las telas de sus vestidos eran delgadas y gastadas, donde su cuerpo se dibujaba con fuerza , en detalle, sólo una mínima prenda , escondía su sexo, al mirada de quienes la podían disfrutar. Me invito a pasar para que tomara algo refrescante, mis labios acusaban la sequedad del largo viaje entre caminos rurales. La miraba con un deseo que solo iba en aumento, la luz y calor del desierto se sentían en la ventana, pero la sequedad del aire refrescaba en la sombría casa protegida por los escasos árboles que le rodeaban. La casa se encontraba a orilla de camino y parecía olvidada por el tiempo, era más bien pequeña y los adobes la protegían del intenso c