Esperma a la esperma.
Junto al mar, en una cabaña humedecida por el tiempo mi mente divagaba mientras disfrutaba de mirar su cuerpo desnudo hasta que su mirada se enredo con la mía contándose sus secretos deseos en silencio. Ella como serpiente se fue enredando en mi, deslizando su ardiente cuerpo sobre mi piel... como si estuviera bañado en aceites. Mientras ella se deslizaba sobre mi, mis manos acariciaban sus tibias nalgas y mi nariz, aprovechaba sus fragancias... ese particular olor formado por deseo y sudor. Hasta que por fin nuestras bocas se acomodaron para beber de sus lenguas, gozar del sexo del otro, y contactarse entre exquisitos vaivenes, los gemidos de ambos, acallaron las olas e hicieron desaparecer el mar. Eramos sólo nosotros, bebiendo de nuestros sexos... temblando como niños en su primera vez, no nos conocíamos, pero sabíamos exactamente que hacer. Cada movimiento, cada caricia, cada beso...caían justo donde tenían que caer. Luego como si fuéramos velas encendidas, nos fuimos mezcl