Mis noches con Cleopatra.
No había tabús, todo lo vivíamos de forma abierta. Cleopatra en su esencia es una felatríz, la reina de Egipto. Una maestra de la felación. De hecho, por su arte en el sexo oral, le decían la Merichane, (La boca de diez mil hombres) o Chelión, (La de los gruesos labios). La conocí en las afueras de palacio.
Poseía una voluptuosidad infinita al hablar, tanta dulzura y armonía había en su voz, que su lengua era como una serpiente de varias cuerdas que manejaba fácilmente, y extraía, como bien le gustaba, los más delicados matices en el juego de la seducción. Una noche se reunió con cien oficiales romanos y le hizo una felación a cada uno de ellos, yo estaba entre ellos, hasta eyaculamos en una copa de oro, para que ella bebiera el semen de cada uno de nosotros.
Aunque no era una felatríz, todos coincidíamos en que era la reina de Egipto. Su aspecto la diferenciaba del resto, especialmente por sus labios pintados de rojo intenso. Así me convertí en uno de sus amantes, tenía la ventaja de verla, hasta cinco noches por semana. El tamaño de mi miembro, me daba ventaja sobre los demás, y mi juventud multiplicaba sus deseos, hacia para ella un bocado intensamente apreciable. Podía contar mis orgasmos noche a noche, y hasta que no salía el sol, permanecía como su esclavo. Mil y una noche estuve con ella, encadenado por sus morenas caderas, por su intensa fragancia, por su inigualable gusto y sed. Más que entre sus piernas, me deseaba recostado y abatido, mientras su boca danzaba sobre mi sexo. Muchas veces se llevó toda mi reserva, agotando el stock de nube blanca y espesa. Y aunque rezongaba cuando ya no podía, volvía a llamarme a la noche siguiente. A veces, sólo se sentaba a verme coger con una u otra esclava, reservando el momento que tanto le gustaba, para sus hambrientos labios. Gozaba mientras me veía temblar entre sus manos, mientras mi cuerpo se retorcía de deseo. Hasta que un buen día, llegó el romano, e hizo de su vida un negocio, un aliado importante que le protegería de invasiones, que podrían haber terminado su reinado anticipadamente. Sin embargo solicito encarecidamente, que fuera su guardia personal.
Mientras el viajaba a Roma, yo ocupaba su lugar. hasta que un buen día, fui descubierto y traicionado por las mismas esclavas del lugar, que antes habían gozado de mis servicios, pero como ya el tiempo de estar juntos era menor, mi señora ordeno exclusividad en los servicios, ellas celosas le fueron con el cuento al emperador, y ante la posible venganza de él, ella me ordeno salir del reino y no mirar atrás...
Al emperador le convencieron que había muerto en arrebatos con prostitutas de Egipto, y que mi cuerpo había sido incinerado para evitar el escándalo. Hoy vago por África buscando otras reinas, pero ninguna me ha satisfecho como la mía.
Otros seres Humanos... Clic en
Comentarios
Eso si tú como amante no tienes precio ajjaja. Un abrazo.
Muchas gracias por sumarte a la propuesta,
Un abrazo,
Saludos.
PATRICIA F.
Muy astuta, culta y sin duda, que irresistible, sensual.
Seguro que alguno ha tenido esa experiencia con ella.
Saludos.
Un saludo
Ando tarde comentando los relatos porque la semana pasada no pude, disculpa.
Un abrazo.