Sonia.


 A esa edad recuerdo que me masturbaba poniendo una almohada bajo la sabana, me tiraba boca abajo apoyando mi pene contra ella y me movía. No recuerdo si sabía bien sobre agarrar y sacudir, oía a algunos mas grandes en la escuela hablar, pero prefería mi manera. 

Mi vecina Sonia, una señora de unos 50 años de edad, con unos pocos kilos demás, siempre que yo salía de mi casa en el cerro con mi mama decía:

 - Ay! que grande que esta el chico!-
En unos meses mi tía enfermo y mi madre tuvo que ir a cuidarla al hospital y me dejo al cuidado de Sonia. 
Ella me hacia la comida, y me dejaba ver la tv hasta que mama volviera. Yo notaba que ella se vestía diferente a mi madre, usaba unas blusas sueltas que dejaban al descubierto sus hombros y el sostén, o blusas un poco ajustadas que marcaban sus senos sin corpiño. Yo la miraba cuando ella no me veía, y enseguida bajaba la vista. Todo era nuevo para mi. Sus conversaciones eran comunes, hasta que me empezó a preguntar por las niñas de mi escuela, si había alguna que me gustaba, yo siempre contestaba que no. Una vez recuerdo que salio de bañarse y apareció desnuda frente a mi un segundo para decirme algo y se metió en su habitación. Fue un instante y recuerdo esa noche en mi casa masturbándome sobre la cama, tratando de visualizarla con sus pechos algo caídos, pero con bellas formas, sus grandes aureolas y sus pezones duros, su cadera, sus formas y sus piernas.
Un Viernes, mi madre no pudo ir a buscarme, así que fue Sonia. Me llevo a su casa y lo primero que me dijo fue:
 -Te voy a tener que bañar-. 
Yo obviamente, ya sabia bañarme solo, pero no dije nada ante la sorpresa. Preparo el baño, y me llamo. Me dijo con una sonrisa:
 -No te quedes ahí parado, desvistete o quieres que lo haga yo?- .
 Empece a bajarme el pantalón, me saque la camisa quedando en calzoncillos. Me miro, sonrió y me los bajo, agachándose y rozando con su pelo mi pene, su cara a pocos centímetros de mi sexo, pero ni me miro. Me agarro de la mano y me llevo hasta la bañera y me senté dentro. Ella tenia puesta una de esas blusas sueltas y una falda ajustada, dijo:

- me tendré que agachar para enjabonarte, voy a sacarme esta falda, estaré mas cómoda-. 
Se fue bajando despacio la falda, mirándome a mi mientras lo hacia, yo creo que le excitaba que la mirara. Tenia un calzón blanco muy pequeño, se acerco a la bañera y me agarro el brazo. Empezó a pasarle la esponja, movía mi brazo hacia ella de manera que yo con mis dedos rozara sus senos. Dijo que tenia que lavarme bien la cabeza y la agarro con suavidad y la apoyo entre sus pechos, pasando jabón por mi nuca mientras decía:
- Me gusta bañarte, sentir tu piel tan ...... joven, tan suave- 
 - Quiero que hagas algo por mi, quiero que cierres los ojos y abras la boca-. 
Yo estaba como en un sueño, un trance. Sentí sus dedos entrar despacio en mi boca, sus uñas largas tocar mi lengua y mojarse con mi saliva, después que los sacó abrí los ojos y me dijo que mire mientras se metía esos mismos dedos a su sexo, bien adentro y tiraba la cabeza hacia atrás mientras suspiraba largamente. Vi como se apretaba su pecho izquierdo casi como si quisiera romperlo y después llevaba su mano hasta su cuello. Me miró, como si saliera de un pequeño sueño, y volvió a agarrar la esponja y me la paso por el pecho con su mano. Ya su blusa estaba  mojada y veía sus pezones duros, erectos. Vació un poco la bañera de modo que quedo muy poca agua y me sentí avergonzado de mi pene, pero erecto de todos modos apuntando al techo. Ella ni miro, no dijo nada, siguió tranquila como estaba y empezó a pasarme sus manos enjabonadas por mis piernas, rozando con sus manos por momentos mis testículos, y volviendo a bajar hasta la punta de mis pies.Cuando termino , me enjabono la espalda y las nalgas, se mojó las manos y me sacó el jabón con ellas dejando resbalar sus dedos sobre mi sexo, pasando por cada centímetro de mi cuerpo con suavidad. 
Me di vuelta tapando mi pene, ella arrodillada, levanto su mirada hacia mi cara y sonrió y con sus manos separo las mías, dejando mi pene al descubierto. Se mojó las manos y me las paso lavándome el poquísimo pelo que tenia en mi pelvis.
 -Bueno, ya estas limpio- y al instante de terminar de decir eso me agarro del hombro y me dio vuelta otra vez, se metió en la bañera y me abrazo por detrás, apretando sus senos contra mis hombros, su pelvis contra mi espalda y pasando su esponjoso sexo por mi cuerpo. Me chupo el cuello, se metió sus dedos en su vagina y los metió en mi boca. Me hizo adicto a todo eso, me acariciaba el pecho, me araño con sus uñas, mientras con su boca seguía chupándome como si fuera un helado, bajó su mano y apretó mi pene y solo con eso acabe, me apretó los testículos, se chupó la mano tragando lo que había salido de mi, y volvió a apretar mi sexo: 
-Quisiera que fuera más, pero eres un niño todavía- y mordió mi oreja. 
Se empezó a masturbar contra mi, golpeando su sexo contra mi espalda, frenéticamente y gimiendo como loca, hasta que me apretó muy fuerte y quedó quieta.
Quedamos así unos minutos, después salió de la bañera y dijo 
-Quédate con esto- se paso la mano por su vagina mojada y después, su liquido por mi pene. Salió del baño, cuando yo ya me estaba vistiendo .
Ella volvió vestida normalmente y me pregunto que estaba haciendo, luego dijo que me quedaría desnudo hasta que toque el timbre mi madre.

Juan de Marco, de los recuerdos de Gustab.



Comentarios

ɱağ ha dicho que…
¡Menudo recuerdo el de Gustab!
Igual no fue la mejor manera de estrenarse en el mundillo ni el momento más adecuado, pero ¿quién dice cuál es el momento adecuado?
Un beso.

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