El delirio. ( A Ginebra Blonde.)

Debajo de esa bata de seda, solo tenía un conjunto de dos piezas con medias negras de encaje y sujetadores, un cuerpo fino y su perfume lo inunda todo, hasta mis neuronas calcinadas por el deseo. entra en mi ser inundándome su esencia con cada movimiento, se sienta en mis piernas y me quita el cigarro.
Se levanta, camina con paso seguro y sensualidad en sus tacones altos,se sienta al borde de la cama, abre las piernas y parece levitar en el aire. Sus ojos no se despegan de los míos y tras las telas de mi pantalón se desata una enorme tormenta. Continua volando por los aires levitando como una hechicera girando a gran velocidad entre las sábanas, mientras sus piernas se estiran y se encogen con cada giro, la música del Bolero de Rabel, parece estridente pero lejana, esta sudando por el calor que se genera dentro del cuarto añoso del Hotel Nacional de la Habana y mi erección empieza a doler por el erotismo de su seductora danza. Su cuerpo se detiene y sus manos se quitan el sostén negro y lo suelta hacia el toilette, nuevamente clava su mirada perversa e intimidante. Baja y se revuelca en el piso abriendo las piernas y presionando sus senos con las manos.
Sus bragas delatan deseo y pasión, el encaje negro se despide de su cuerpo y recorre sus piernas llegando a sus tobillos, sus piernas se doblan y con las manos se quita la prenda completa, se levanta y recorre desnuda la habitación, sus nalgas tiemblan a cada paso, camina hacia mí y abriendo las piernas, se sienta  sobre mí, puedo sentir su aliento dulce y cálido bajando por mi cuello, me abraza, y baila sobre las telas delgadas de mi pantalón, dibujando con su sexo el mío, como si dos engranajes ensamblaran delicadamente. Mi erección siente su cuerpo y despide unas gotas, ella me recorre con la mano sobre las telas, cada detalle de mi Verga, despega las braguetas,y mete sus bragas para seducirme sin clemencia, sus manos entran delicadamente con ellas y tantean el flujo que que cae sutilmente, dibujando con sus dedos su figura. 
Se levanta y vuelve nuevamente a la cama, desordena las sabanas enredándolas entre sus piernas, su sexo puede verse desnudo y abierto por fugaces momentos cuando la luz blanca de la ventana golpea su desnudez, sus pechos son perfectos y sus pezones están erectos por sentirse observada, la canción termina, la aguja vuelve a su lugar. Ella hace una reverencia y se despide aventando besos el aire. Yo saco


sus bragas de entre las telas de mi pantalón, inhalo frente a sus ojos , aún se pueden sentir tibias y húmedas entre mis dedos, su esencia me trastorna, mis pulmones se llenan de su perfume, del olor de su sexo excitado, me vuelven un animal y quiero correr para levantarla en andas, para tirarla sobre la cama, y enterrarme en ella, aprieto la prenda con mis manos y nuevamente inhalo más fuerte que la primera vez, mi sangre corre rápido impulsada por mi corazón..
- ¿Viene solo caballero? – La voz del mesero me sorprende y me regresa momentáneamente a la realidad y lo miro intrigado.
- La señorita quiere tomarse una copa con usted en el privado 3, dice que ella invita. Y que ahí lo espera.
Se acomodo en el sillón y se desabotonaba la gabardina nuevamente, de un golpe suave, la abrió, ella seguía desnuda, con los mismos pezones erectos pero ahora con la luz suficiente para ver su sexo delicado y un tatuaje con forma de estrellas en la pelvis.
Iba a preguntar que tenía que hacer, pero sus labios ya estaban sobre los míos, su cuerpo desnudo me estaba recostando en el sillón y mis manos la tocaban desde las piernas hasta sus senos y mi erección cobro más fuerza, ella bajo el cierre de mi pantalón y metió la mano para liberar mi sexo, punta mojada ya, ella se fue acomodando para lamerlo con delicadeza mientras sus largas uñas me arañaban.
Su boca me llenaba de placer, sus manos me llevaban al límite, y su cuerpo desnudo me tenia a sincronía, su pelvis depilada estaba rozando mi sexo y ella estaba decidida a llevarla al límite.
Me acomode la ropa, ella se puso la gabardina oscura, así, desnuda por debajo, salimos del privado a la barra, pague al salir del bar, el aire corría y por momentos con el caminar, la gabardina se levantaba un poco pero a ella no le importaba, llegamos al hotel donde ella y yo nos poseeríamos con desenfreno.
Nadie en mi vida jamás me ha hecho lo que ella, no alcanzaría a describir, lo que hicimos en esa cama, solo puedo decir, que sólo en la habana puede ocurrir.

Juan de Marco, seducido por Ginebra Blonde

Comentarios

Mi nombre es Mucha ha dicho que…
Se de quien hablas no me mueve un pelo ella con lo que escribe o habla

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