Rompiendo promesas.

No te alejes de tu familia o amigos, ellos son el equilibrio cuando estas lejos de la cordura. Y el amor, siempre produce desequilibrios en nuestra vida, pero siempre hay una amiga que te quiere mas de la que dice amarte. 
Nos habíamos hecho grandes amigos, y yo venia de un rompimiento amargo y decidi ir a verla. Su elegante figura y su delgada estructura , no dejaba de perturbarme. La tomé de la mano y le pedí que me acompañara lejos, a orillas del mar, cerca de mi elemento. Sin cuestionarme nada , armó una pequeña maleta y nos largamos.
Al ver el mar, no parábamos de reír con semejante locura, no cabíamos en nuestras almas, y la ventana del segundo piso, daba justo al mar. Pedí el cuarto y mientras mirábamos por la ventana , con la vista perdida, descorché un vino rose, mientras seguíamos el compás de la suave música, Bailábamos y cantábamos perdidos en nuestro espacio y tiempo, lo acompañamos con sushi que habíamos pedido unos minutos antes. Conversamos como siempre de nuestras vidas y de viejos amantes, y aunque siempre habíamos respetado nuestra amistad, hoy sabíamos que podríamos tomar un camino diferente.
Así nos pilló la noche, y mientras ya sólo se escuchaba el reventar de las olas, y el silencio de los pensamientos, nos miramos a los ojos y sin decir nada, ella se encaminó con sus tacos altos de rojo charol en dirección al baño junto con su bolso de mano, sin antes sacar de la pequeña maleta, una camisola de raso azul petróleo, que insinuaba un camino distinto de nuestra larga y casta amistad. En su mano aún llevaba un resto de vino rojo con el que mojó sus labios antes de entrar.
Su espigada y elegante figura, me apasionaba y nadie como ella podría lucir esa falda negra a la rodilla, ni la blusa de seda roja que envolvía su delgada figura. Los tacones rojos hicieron crujir las tablas de la habitación, el taconeo incesante le hacía más atractiva aún. No la imaginaba envuelta en esa camisola, pero tampoco dudaba, que nadie como ella la podría lucir. Al ruido de la manilla del baño, yo la esperaba sentado en el sitial. La habitación la esperaba a media luz, y el fuego de la chimenea, daba un cálido acento de sensualidad.
Se abrió la puerta arrastrando la madera. Su elegante figura y su estampa delicada y espigada, la hacía una fantasmal ilusión. Aún sobre los tacos, su fina figura lucia como una señora recatada y sensual a la vez. Ya era elegante, pero esa camisola azúl, le hacía ver aún más bella e inalcanzable, nunca habría imaginado que terminaríamos aqui. 
Dejó la copa en el toilette, se tendió cuan larga era en las sabanas abiertas, y evitando hablar de chismes y dramas, me miro a los ojos e insinuó que estaba lista para dejar todo atrás, nuestra larga conversación y descubrir una nueva magia en nuestra fiel y ahora, agitada amistad.
Ahí estábamos los dos, los que habían roto todos los pactos de amistad, todas las promesas  de eterna amistad. 
La delgada tela de raso, dibujaba su delgada figura, la delicada forma de sus senos, eran como dos delicados melocotones  que esperaban ser devorados por el deseo. Sus pezones parecían dormidos, pero se alcanzaban a dibujar en la suave tela que les escondía. 
Su vientre respiraba agitado, haciendo bailar los senos como olas de mar; Temblaban humedecidos por la angustia. La mirada era cómplice de sus pensamientos, sus ojos pestañeaban con intranquilidad, su rostro no dejaba de insinuarse, mientras sus dedos me invitaban a su lado. 
Levanté la mirada, la mire a los ojos y me acerque a una distancia que me permitiera seguir gozando de su elegante figura que se escondía tras el raso  de azul. Puse delicadamente mis dedos en su vientre creando un ligero temblor, hasta que mi mano empezó a moverse al ritmo de su respiración, Mis manos eran como las olas del mar acariciando la arena, con la suficiente presión para mover la tela, de crear la misma sensación que crea la ola en la arena al reventar a orillas del mar. La tela se deslizaba junto con mis dedos formando una fina y casi imperceptible caricia sobre su piel. Sus pezones fueron tomando forma bajo los hilos. Subí arrastrando los dedos hasta alcanzarlos, dibujando círculos a su alrededor.
La textura era suave.  Al pasar sobre ellos , pude sentir su exquisita dureza, mientras se escapaban los primeros gemidos y su vientre no dejaba de temblar. El aire salía de sus labios con dificultad, sus labios no dejaban de mojarse y tiritar. Baje mi rostro para tranquilizarlos con un beso, era la primera vez que los uníamos para sincronizar nuestros corazones. Nuestras lenguas se enredaron en una danza, mientras se anudaban dentro, repartiendo deseo y pintándolos de color.
Mis dedos nunca se quedaron quietos y bajaron por su vientre esculpiendo su figura con delicada pasión, hasta que alcanzaron la piel desnuda de sus piernas y subieron para perderse bajo las costuras del camisón danzando entre sus piernas y provocando que sus delgados muslos se separaran para seguir la procesión. Sus manos se enredaban ya en mis pechos, mientras sus dedos se perdían entre mis vellos blanqueados por el paso de los años, mientras  alcanzaba ya la humedad entre sus piernas, que tensas y firmes, recibían mis manos para bailar sobre el monte de venus, subiendo y bajando en una eterna caricia, la que esperaba el momento que se mojara, para que mis dedos se perdieran dentro suaves y excitados por el deseo..
Mis besos fueron mojando su largo e interminable cuello desnudo, explorando la sinuosidad de sus delgadas formas, hasta perderse entre sus senos desnudos, los que habían perdido bajo la tela, mientras mi boca bajaba, para buscarlos por la excitación. 
Y así, como la espuma corre sobre las desordenadas arenas, fueron mis labios buscando su vientre, mientras, mis dedos, hacían lo suyo en el infierno que ardía entre las costuras, dilatada por mis caricias sobre la piel desnuda.
Mientras su vientre agitado temblaba entre mis labios, mis dedos reptaron dentro de sus piernas, para perderse sin dejarla respirar. Crearon su primer orgasmo, mientras apretaba sus piernas, atrapando mis dedos que corrían dentro sin destino ni voluntad. Su espalda se arqueaba empujada por su orgasmo sin dejar de jadear con cada caricia, cada pulso y cada temblor hasta caer rendida, mientras ya mis labios se deslizaban en su sexo provocando un torbellino de sensaciones y orgasmos, que la sacaban de control. Explorando mi lengua en su interior, recogí los últimos temblores y néctares que escapaban por sus vulva  y piernas entumecidas por el éxtasis que acababa de descubrir. 
Sin darle tregua, y mientras aún su vientre bailaba, separé sus piernas y me escabullí dentro de ellas empujando dentro, hasta alcanzar el último rincón, y la marea se hizo espuma y agua. Las embestidas infinitas, la hicieron jadear y mientras lo hacia entre gemidos, empuje hasta sentir como me diluía, hasta caer rendido. 
Mi rostro sobre el suyo, adorno de besos sus labios agradeciendo ese gesto, cuando le propuse perdernos en algún lugar y buscar nuestro equilibrio sin limites, ni donde, no llegara el rumor de otros a  juzgar nuestra amistad y libertad de sentirnos desnudos y disfrutar.

Don Juan, Rompiendo el pacto.

Comentarios

Ginebra Blonde ha dicho que…
Una vez más, leerte es viajar a través de la piel y sus inconmensurables senti(res)dos, y, siempre, desde la exquisitez descriptiva que envuelve en innumerables imágenes que deleitan…

Una amistad que encontró el equilibrio en ese fluir de emociones que afloran y cautivan…

Un verdadero placer tu participación, querido amigo.

Abrazo grande 💙

Entradas populares de este blog

Elixir ...

Sin Espera.

Samhain...

Luna sin Ramas

Vestigios ...

Me pienso VIVO.

La vida del otro lado del espejo.

Mis noches con Cleopatra.

La venus del Espejo.