La Piel de Andrea.-


Cuando sentí sus piernas abiertas, sentí como entraba en mi mente el aire fresco del deseo.. podía sentir la fragancia que entraba a mis sentidos invadiéndolo todo, esa espesa fragancia que corrompe los instintos más básicos de la mente, donde la genética de tiempos prehistóricos arraza con todo lo que se encuentra por delante, de forma irracional. Ahí tendida frente a mis ojos, y ese derriére que me invitaba a todo, expuesto sin pudores, a mis hambrientos instintos eróticos.Me detuve a contemplarla por algunos instantes mientras lo movía en círculos, y jadeaba invitaciones a la lujuria que hasta ese instante ya bloqueaba mis pensamientos y sentado en el sofá, estiré las manos para alcanzar tan sublime belleza, perdiéndose mis dedos entre sus nalgas, sintiendo como el sumo de su sexo los mojaba suavemente derramando a hilillos espesos que se untaban en mis dedos como finas telarañas. Andrea, sumida en sus más profundos deseos se dejaba hacer sin ansiedad.
Después de contemplar su oscura piel canela dorada por el sol del Caribe , la dibujaba frente a mis ojos como una diosa del olimpo, pidiendo sacrificio a quien quisiera poseerla, y sin más caí de rodillas frente a ella, y suavemente fui untando sus deseos en mi sexo para luego presionar entre sus nalgas y entrar profundamente hasta los rincones más sensuales de su ser....  donde la miel que escurría entre sus piernas iba suavizando las embestidas, para hacerla cada vez más suave y asequible a mis intenciones... sus piernas temblaban mientras sus gemidos iban llenando el ambiente aromatizado del deseo que nos acorralaba. No había otro camino, no había posibilidad de evitar esas embestidas, que fueron transformando sus gemidos en jadeos, y sus juegos en placeres.... sentí como se convulsionaba mi cuerpo dentro, como suplicaba toda la liberación que estaba acumulada después de observarla, sin pudor expuesta a mis deseos.
 Y entre jadeos y temblores, gritos y suplicas, fui derramándome dentro como un volcán en erupción, llenando cada rincón con exquisitos fluidos que ardían por ser liberados, y encorvado sobre sus caderas mordí su espalda como un felino en celo, apoderándome de todo su ser, y empujando con locura, hasta derramar  la última gota, donde el sudor y los sumos derramados se juntaban, para para formar el más exquisito de los placeres, el más refinado de los licores , donde los frutos probados nos llenaban el alma, y ambos sucumbimos hasta quedar tirados sobre la alfombra ya sin aliento, mojados en sudor, gimiendo entre suaves embestidas y besos salados.

Juan De Marco

Don Juan.... sucumbe a los deseos de Andrea.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Y mi en mi piel ha quedado la huella de tu nombre y tu fragancia... Besos de leche y miel para ti.
GEGE44 ha dicho que…
http://yosoyblogspotcom.blogspot.com.es/2015/04/nicolas-y-bet.html

El enlace del que te esta plagiando.
Saludos

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