En celo; La loba y el ático

Era luna llena, la noche era calurosa, la humedad no dejaba pegar los ojos, desnudo entre las sábanas me movía de un lugar a otro sin encontrar respuesta a mi cansancio; el sudor frío bañaba mi cuerpo… y al mirar a través de la ventana, esa luna despertaba la bestia que no quería dormir, la luna me llamaba… 
Estaba inquieto y sólo se explicaba por la imagen de la mujer del ático, aquella misteriosa mujer que perdía su vista en cada noche de luna llena, “ la Loba del Ático”. Esa, de rasgos aguzados y mirada intensa divagando entre las nubes, hipnotizada por esos rayos de plata que caían sobre su rostro dejándose ver, pero no observar.
Sólo dos cortas escalas me separaban de ella, y decidí salir de cacería, todo estaba dado, esa mujer debía ser atrapada sin darle a entender cuáles eran mis intenciones. Entonces subí descuidadamente a torso desnudo, y evitando estar a favor de la brisa que me acercaba a su aguzado olfato que la podría hacer huir.
Cuando llegué arriba, su cuerpo estaba cubierto por un delgado pareo rojo, y parándome en contra de la brisa aceché su figura desde la oscuridad, mientras su vista seguía pedida en el cielo acariciada por la luna. Los rayos de plata atravesaban el pareo dejando ver su figura de hembra de bondadosas caderas bien dibujadas y la curva línea de la entrepierna que la hacía ver aún más bella que la propia luna.Sabía que debía atacar sin rodeos, ella sabía que yo la observaba cada noche de luna, y lo que provocaba en mi… un deseo irracional de poseerla. Lentamente me acerque y le susurré…
-bella noche, pero no puedo dormir, tu sabes que en estas noches tu sombría figura se apodera de los lobos que te acechan.
No contesto, sabía quién era y que buscaba, estaba en celo y necesitaba sentirse envuelta entre los brazos de un macho.
Y así, sin rodeos, mis manos rodearon delicadamente sus caderas, y tiraron de ellas para aferrarla a mi. Su rostro bello y esos labios partidos, generaban curiosas sensaciones en mi. Besé su cuello buscando el punto más débil que podía existir y posé mis labios en él. Sus nalgas vestidas en el delicado pareo, mostraban que al tomar contacto con ellas, acusaban un desnudo no disimulable, tanto así, que la verga del lobo no demoró en tomar tamaño y consistencia, el macho estaba inevitablemente excitado, y el aguzado olfato que me caracterizaba, me guió al siguiente paso, domesticar su salvaje esencia….
Los aromas de los jazmines de España inundaban el aire tibio y húmedo, y se mezclaban con su arrogancia natural de loba en celo. Todo olía a ella, y volteé su figura para tomar contacto con sus ojos enrojecidos de deseo, esos labios que no moriría sin besar.
Note como sus senos se endurecían apretados contra mi pecho, y como los casquillos florecían dibujándose en la delicada prenda que los separaba de mis manos… exquisita sensación, y ese beso cálido terminó por encender la llama que ella trataba de ocultar. Mis manos no demoraron en alcanzar esos senos endurecidos y envolverlos con mi mano, mientras la otra desataba el pareo a sus espaldas… el que caía dejando su magia desnuda y al alcance de todos mis caprichos… 
Su piel mojada por el calor del momento y el clima que nos bendecía, hicieron que sus manos tiraran del cinturón dejándome desnudo e indefenso a sus caricias, donde sus manos no demoraron en probar la virilidad que le había atacado sin aviso.
Baje delicadamente recorriendo y bebiendo sorbo a sorbo el sabor de su piel, al llegar a los senos, me detuve, para deleitarme con su delicada piel. Luego bajar vertiginosamente por su vientre hasta probar el gusto intenso de su sexo, que me premiaba dejando salir el espeso caldo que bañaría de néctar mis labios afanados en no perder ni una gota de su esencia.
Ya desnudos y en extremo estado de éxtasis, abrió sus piernas para derramarse dentro de mi boca, mientras yo con gula le bebía, hasta que sus rodillas no pudieron sostener su cuerpo y entre brutalmente entre sus piernas, para en vilo dejarla amarrada a mis caderas, donde sus piernas lograron el sustento para ese cuerpo encendido en gula que me dejó deslizarme dentro de ella sin encontrar resistencia a la embestida. Hasta liberar el primer gemido descontrolado, que parecía un aullido venerando a la luna que no dejaba de mirar… y apoyándola sobre el pequeño muro del ático, la poseí entre jadeos, hasta lograr que la pequeña muerte le alcanzara… y yo derramara todo lo que contenía dentro desde el primer día que la vi…
Tendidos en el suelo, tratando de recuperar la energía derramada , volví a apoderarme de sus labios para traspasar su sabor y fragancia intensa, que había recogido minutos antes de verla sentada y atada a mis caderas, que la habían sostenido para entregarle la satisfacción más intensa, y el orgasmo eterno. 
Nos besamos largamente disfrutando de su sabor…hasta que ella, una vez perdida la luna entre las nubes, se paró, para rodear su cuerpo del pareo rojo y besando mis labios por última vez, se retiró en silencio sin decir palabra agradeciendo la decisión de subir a encontrarme con ella con una intensa mirada que no volvería a ver, hasta la siguiente luna llena…


Juan De Marco, en celo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Sencillamente perfecto!!! Mi gran enhorabuena por este blog y por tu calidad para escribir. Tu forma de describir los detalles me a hecho sentir protagonista de este relato. He llegado a este lugar por casualidad pero pienso quedarme una larga temporada... Poco a poco leeré el resto de relatos.
Un saludo.
Haydeé
Lunna ha dicho que…
Es un verdadero placer volver a disfrutar de tus relatos en los que la sensualidad y la pasión son sus mejores aliados.

Me alegro de que vuelva a escribir.

Besos.

Lunna.

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