La fragua.

Ella prepara un sahumerio de hiervas, resinas y flores secas que quema produciendo un humo aromático, purificando la energía que la habita y que arde en su interior atrayendo buena vibra y buscando liberarlo todo, creando una atmósfera de armonía, empezando un ritual sin retorno, pensando que su cuerpo lo necesita en ese preciso momento que el deseo se retuerce dentro de ella. Echa el pestillo de un modo compulsivo, nadie la espía, ni abre la puerta sin llamar, ni la señala con el dedo acusador condenándola por el noveno mandamiento que se ha enraizado en su cerebro y se extiende por sus venas invadiéndolo todo. Nadie la asusta con la amenaza de las llamas eternas; Su bebé duerme tranquilo y un ángel vela sus sueños, ahora esta sola. Apaga la luz, se tiende en la cama con el camisón abierto... desnuda, el pudor se evapora, ahora es libre y se toca bajo las mantas, gime hondo... cierra sus ojos y la fantasía del hombre con barba, se desliza sobre ella. La boca que la besa, los die...