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Amores soñados

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Esos amores son inolvidables.... Esos que te aman sin amarte, esos que te poseen sin tenerte, esos que envuelve en espuma de encajes, como leí hace sólo unos instantes, esos amores,.... no se olvidan. Aún sueño con esos risos amarillos tan dorados como el pincel que los pintó, esos ojos verdes que se confunden con el color del mar, esa vista perdida en recuerdos que no te pertenecen, esos labios que brillan de deseo y se opacan ante el rubor de tus pensamientos y las cosas hechas sin pensar, aún sueño con esos senos tan redondos, con ese cálido vientre que se estremece al baile de sus dedos, a esas sensaciones de deseo que no logran alcanzarla. Aún sueño con esas nalgas blancas que se comprimen a la danza de sus manos y derraman sensaciones de olvido, a sus ojos cerrados. Aún sueño con sus piernas abiertas y luego apretando la luz dorada de un orgasmo, aún sueño con esa playa solitaria donde ella camina tan sólo acompañada de un perro, perdida en sus memorias, aferrada a una imag

El impulso

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"... Al besar sus labios, sentí la amargura de la bebida que minutos antes había bebido... no me disgustaba, pues al escabullirme entre sus senos, el aroma de su perfume abrió mis sentidos, para impregnarme de ella... Entonces mis manos fueron levantando su falda, para dejar al descubierto esa suave prenda que envolvía entre encajes unos vellos trigueños que parecían sudar... eran tan suaves y estaban tan mojados, que me hacían sentir el baño, que poco antes, se había dado... Me puse de rodillas y los bajé hasta hacerlos desaparecer bajo sus tacos, y separando sus muslos bebí de su flor abierta guardando su sabor en mis labios, para luego devolver su sabor y fragancia con un beso en los de ella..." Don Juan y el placer

El Dibujo

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" Baje sus bragas lentamente mientras dibujaba sus nalgas con besos... sorbía su sabor, mientras estas se cerraban y me enterré en ella, para sacar toda su esencia de mujer... arrancando a sorbetes el sabor que entre sus carnes guardaba.". Que placer sublime... sus nalgas desnudas y mis manos para desvestirlas..." Don Juan De Marco, mi locura...

El Secreto

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" Después de apoderarse de mi cuerpo a su antojo, sacudió mi cabeza contra el suelo, y abriendo sus piernas se sentó en mi boca, el cálido sabor de su excitada anatomía impregnó mis labios del más cálido sabor... como si secretamente hubiese sabido para lo que yo había nacido..." Don Juan De Marco

Añoranza

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" Extrañaba sus dedos y su piel...pasaron días hasta que volví a verla... pero faltaba la luz...no me quise acercar, pues el tiempo había desaparecido entre sus dedos..." Don Juan De Marco

Mar

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" Y entonces sentí un suave aroma en mis labios, era cálido y sinuoso, eran labios tibios que cubrían el frío de la noche... y sus manos que entraban por el pantalón encumbrando mi sexo por entre las telas ... eran manos húmedas y mágicas... eran las manos de una sirena que hacía soñar con las profundas olas de deseo que guardaba el mar... Y sus labios bajaron a mi cintura, el pantalón abierto y esos labios que seguían entibiándolo todo..." Don Juan De Marco

La esencia

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" Cada vez que dejaba caer sus senos colgando sobre mis labios, sin dejarlos tocar con mi manos,... el éxtasis me invadía, Increíblemente, el sólo echo de dejarlos caer sobre mi boca pendiendo en el espacio infinito, le hacía gotear, bañando cual nectarines mis sentidos... Al levantar mi cuello, podían mis labios envolver sus pezones, para succionar con delicada belleza cada gota que pendía de ella... esos senos me alimentarían cada día mientras mi cuerpo fuera de ella. Sin embargo, nada estaba completo hasta que separaba sus piernas, para dejar caer su sexo sobre mi boca y era justo en ese momento, en que mis manos le agarraban las nalgas para beber el más fuerte de los gustos que puede entregar una mujer, sin dejar ninguna posibilidad de liberar mis deseos... era mi esclava, era su esclavo y ambos solíamos hacer de amor cada mañana...." Don Juan de Marco, ( ¿Cuál es el verdadero rostro de una mujer?)

La llave

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" y cada vez que llegaba a su puerta, metía la llave y sin hacer ruido alguno, la quedaba mirando por el visillo. Sus piernas majestuosamente abiertas, y sus dedos envueltos en aceites haciéndola suspirar y gemir entre las sabanas. Menudo espectáculo regalaba. Sus dedos untados resbalaban entre las carnes con suavidad, parecían tejer luces en su cuerpo, su vientre bailaba mecido por los hábiles dedos que la remecían en pequeños movimientos exaltando su esencia. Sus caderas se recogían, hundiéndolos aún más en sus carnes, para luego resurgir untados de salvia, que como telarañas quedaban prendidas a sus muslos, y todo iba a dar a su boca, que con gran esmero y disfrute eran absorbidos por su lengua, sacando a lamidas el intenso sabor. Los gemidos ahogados y mordidos sobre las almohadas, rebotaban en el silencio, mientras la angustia hacia que se apretaran sus muslos atrapando sus dedos presos en el sexo que no dejaba de latir. Finalmente su cuerpo dibujo la tensión en su

Divina locura

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"... En esas calles donde un día el amor fue desechado, para introducirse en los callejones de la perdición... donde las manos se amarraron para tocarlo todo, sin pudor, mientras se deslizaban bajo tus faldas e iban tirando los encajes de tu ropa interior, donde los dedos arrancaron el deseo a golpes suaves y caricias sedosas, donde tus senos abrieron el escote para ser devorados entre mis labios. Donde un dedo, sólo un dedo bastaba para arrancar lamentos y gemidos de tu garganta, donde recogía con hambre cada gota que destilabas, donde el gemido se volvió beso ahogando los fantasmas de mi extasiada obsesión por el sexo mojado..." Juan de Marco

Amanecer

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"... Dormía, y una de mis manos bajo a sus nalgas, su camisón se había subido hasta sus caderas. No resistía sentirlas desnudas. Dejé que mis manos la acariciaran suavemente con mis dedos, mientras la suavidad de su piel se estremecía. Su cuerpo se acomodó a la caricia, sabía que le agradaba... luego un dedo dibujó la linea que las separaba y sólo se detuvieron en el sudado, rugoso y fragante espacio del deseo, mis dedos alcanzaron mi nariz disfrutando el aroma que la noche había dejado en su cuerpo. -delicioso- repetía somnolienta... Abrió los ojos y me miró con ellos dormidos, el sol se reflejaba en sus pupilas, en cada mirada me poseía..." Don Juan y sus obsesiones...

El despertar

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"... Desperté pensando que la encontraría dormida, sin embargo sus ojos destellaban luz, sólo miraba , sus dedos, recorrían el contorno de mi pecho, mientras su pierna montada sobre la mía, rozaba la carne dormida de un sexo que se mantenía activo incluso mientras dormía. Sus dedos lo alcanzaron para despertarlo, diestros, despegaron la humedad de la noche dejándolo desnudo, estaba expuesto, erguido y esperando unos labios hambrientos. Me contuve de tocarla. Cual diestro jinete abrió sus piernas en el aire, y se dejó suavemente, su piel se humedecía, cálida y latente. Nunca supe como sin tocarme, mi sexo se hundió en el de ella. Lo demás es historia y caudales de deseos. Ella Sólo pensaba en como destapar y recoger la semilla contenida en mi alma y a punto de escapar enganchándose en una nube de vapor. Las gotas brotaban como la esperma de una vela apenas encendida...." Don Juan , Una noche de primavera

Lujuria

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"Cuántas veces recorrí el mismo sendero y terminé en el mismo sitio... como siempre estaba tibio y húmedo. la sabia brotaba como siempre del mismo color.... el cremoso centro que lo adornaba lo bebí hasta quedar tirado entre sus muslos, el más delicado sabor y la fragancia más profunda tranquilizaron mi piel". Lujurias de Don Juan

Amor Turco

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" Con el rostro cubierto por el sudado pañuelo, dejo que sus mantos cayeran a la arena. Desnudo frente a la mujer, que perdida en el desierto no dejaba de preguntarse, ¿ porqué un hombre tan moreno le seducía sin siquiera imaginar su rostro?, pero su cuerpo prendía en deseo al verlo a torso desnudo y buscaba resolverlo bebiendo de él, un calor que no dejaba tranquilo esos pectorales, donde las gotas de sudor corrían por las tetillas, apagarían su sed. A besos fue bebiendo el sudor del beduino, mientras este se contoneaba de deseo y dejaba escabullir sus manos bajo las faldas de aquella turista, que no pensaba en nada más, que descubrir a que sabía el cuerpo salvaje de aquel extraño amante, aquel surgido de las arenas candentes del abandonado desierto que lo escondía a los ojos de las mujeres que en esas arenas se perdían. Esos ojos negros que no dejaban de mirarla fijamente. Las calientes manos del beduino,sabían como excitar con sólo apretar las nalgas desvestidas por los d